Parashá Itró > Shemot 18:1 - 20:23
Pasaron ya más de 3500 años de la primera entrega de la Torá. Sí, primera, D’s nos renueva su entrega cada día...
El objetivo principal del pueblo de Israel, luego de la liberación del yugo de Egipto, era dedicar su vida al servicio y adoración a D’s. La entrega de la Torá es, precisamente, las instrucciones que Israel necesitaba para cumplir esta misión.
Sin embargo, D’s no entregó su Ley inmediatamente después de que el pueblo saliera de Egipto, sino que, como narra la Torá, sucedió en el mes tercero de la salida de Egipto. Tres meses. ¿Por qué tanto?
El pueblo de Israel, al salir de Egipto, no estaba preparado aún para recibir la Ley Divina, pues su condición espiritual no era la óptimo. Cuatrocientos años de esclavitud había afectado en la vida espiritual de los hijos de Israel. Por tal motivo, D’s tuvo primero que prepararlos.
Tres fueron los requisitos, según el Rebe de Lubavitch, que Israel tuvo que pasar antes de recibir la Torá: la partición del Iam Suf, la guerra contra Amalec y la conversión del suegro de Moshé, Itró, a la religión hebrea.
Cada uno de estos sucesos son aún para nosotros los requisitos que debemos tener en cuenta antes de recibir la Torá. Sí, porque cada nuevo día que comienza es una nueva entrega de la Torá, la renovación de nuestro compromiso de servicio de adoración a D’s.
Al despertar, el mar se divide ante nosotros. Podemos elegir volver hacia Egipto o, reconociendo la soberanía de D’s, agradecerle (modé aní) por habernos liberado de la esclavitud de la tierra de la estrechez para servirle. Una vez cruzado el mar, es necesario deshacernos de nuestro Amalec. Recordemos que la palabra Amalec, en hebreo, equivale numéricamente a la palabra duda. Debemos, a través del estudio y la tefilá, disipar nuestras dudas y desarrollar una plena confianza en D’s. Finalmente, nos queda Itró, nuestro Itró interno. Esa inclinación por otros dioses, el desorden de nuestras prioridades. Debemos conquistar estos ídolos del corazón que a veces nos distraen de nuestro verdadero propósito.
Ahora sí. D’s nos anuncia su Torá, nos la entrega desde el Sinaí. Dispongamos nuestro corazón para escuchar sus mandamientos y ponerlos en práctica. Tal como dijera el pueblo: Todo lo que ha dicho D’s, eso haremos.
*Basado en Likutei Sijot, vol. 11, págs. 74 ff y vol. 4, págs.
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